martes, 31 de julio de 2012

Mary Celeste:sólo el mar conoce la verdad


Al navío Amazon le cambiaron el nombre por el de Mary Sellars, pero el hombre encargado de pintar el nombre en el casco cometió un error y puso: MARY CELESTE, al menos, eso cuenta la leyenda.
El día 7 de noviembre de 1872, el Mary Celeste zarpó del puerto de Nueva york con rumbo a Génova con una tripulación formada por 7 hombres, el capitán Benjamin S. Briggs, la esposa de este y la hija (de dos años) de ambos. La carga del barco consistía en 1700 barriles de alcohol comercial, por encargo de la firma H. Mascarenhas & Co, para aumentar la graduación alcohólica del vino. En el diario de bitácora no constaba ninguna anotación que señalara alguna anormalidad, pero después de la del 24 de noviembre que informa de que habían llegado a las Azores y que la noche siguiente al 24 se encontraron con mal tiempo, el diario se hallaba en blanco, aunque la pizarra del puente (donde se anotaban las distintas posiciones tomadas durante la singladura, antes de transcribirlas al libro de bitácora) figuraba que el Mary Celeste se encontraba exactamente al nordeste de la isla Santa María, esto es el 25 de noviembre de 1872. Lo que ocurrió luego es todo un misterio.
Diez días después de la última anotación en la pizarra del puente, el bergantín Dei Gratia avistó un barco a la deriva a 650 Km. Al este de las Azores. Se trataba del Mary Celeste. No había nadie al timón ni señal alguna de vida. Este hecho alarmó al capitán de la Dei Gratia, David Reed Morehouse,y ordenó a su primer oficial, Oliver Deveau, que abordara el barco e investigara lo sucedido.


Esto es lo que declaró Deveu al almirantazgo inglés, que inicio una investigación a cargo de Solly Flood:
“ Embarcamos en la chalupa 5 marinos y yo, cumpliendo órdenes del capitán Morehouse; la distancia entre ambos barcos era de unos cientos de metros.
El barco era impulsado por una suave brisa, que lo hacía navegar aproximadamente a 2 nudos; a fin de poder abordarlo remamos hasta abarloarnos por la amura de babor desde donde venia el viento, haciéndolo así, a fin de evitar que por la deriva el barco nos cayera encima. Luego de hacer firme un rezón a los acolladores del palo mayor logramos poder abordar.
Luego de una rápida inspección pude comprobar que el barco estaba desierto, el único bote había desaparecido, colgando de la popa restos del aparejo para izarlo; daba la impresión de haber sido cortado en rápida huida. Comprobamos que el antepecho lateral, correspondiente al lugar donde debió arriarse el bote, continuaba abierto; lo cual a mi entender, es otro indicio de una posible huida precipitada.
Sobre cubierta la escotilla principal y la de carga permanecían cerradas, pero la anterior que da al sollado de los marineros y la posterior que comunica con el camarote del capitán y oficiales estaban abiertas, también lo estaba la de la despensa.
Sobre cubierta encontramos tirada la barra de sondeo, e inmediatamente la utilice para comprobar el agua que había en la sentina, verificando que solo tenia 1 metro, lo que me pareció razonable para un barco de esas características, no siendo motivo de abandono.
El aparejo se encontraba preparado como para mal tiempo, más precisamente como para correr un temporal, ya que solo estaban izados el Foque, el Petifoque, la trinqueta estaba arriada y solo porbaban el juanete fijo y el volante. Notamos que la burda volante se hallaba enredada, la driza de la cangreja se había roto, y la vela de sobregavia también estaba arriada.
Luego de la inspección en cubierta procedimos a revisar en detalle el interior, lo primero que nos llamo la atención fue que había restos de comida, colocados con orden en la mesa; también estaban ordenados una serie de objetos pequeños en mesas y estantes, hecho que nos llevo a pensar que si hubiera habido un temporal o colisión se hubieran caído.
Encontramos un sable cerca de una de las escotillas abiertas y su hoja estaba manchada por algo que parecía sangre (después se supo que era oxido).
La ropa en el camarote del capitán, que supongo pertenecería a él y a su familia, se encontraban ordenadas en sus baúles. Encontramos también en sus lugares el dinero y equipaje de la tripulación.
El diario de navegación lo encontramos en la camareta del capitán, lo cual nos sorprendió pues no es su lugar habitual; la última anotación era del 24 / 11 / 1872 ; y en ella no se consignaba nada extraordinario que pudiera explicar la desaparición de la tripulación.
Notamos que faltaba la documentación del barco, un sextante y algunas provisiones
Respecto de la carga que eran barriles de alcohol, 9 estaban vacíos y en mal estado.”
El informe oficial del almirantazgo no logró aclarar el misterio de la desaparición de todas las personas que iban a bordo del "Mary Celeste" y elaboró un informe en el que se planteaba como teoría más plausible que los marineros en plena borrachera, asesinaron al capitán y a toda su familia, huyendo luego a bordo de otro barco, sin embargo, no se encontró ni una sola muestra de violencia en todo el barco.
En torno al extraño suceso del Mary Celeste se desarrollaron varias hipótesis que trataban de resolver el misterio, algunas eran creíbles, otras increíbles y algunas eran verdaderas locuras. Por ejemplo, una teoría sostenía que la acumulación de los gases del alcohol que transportaban, causó una pequeña explosión en la bodega y la tripulación abandonó el barco por miedo a que explotara todo. Esto no era posible, ya que no se encontró ningún signo de explosión, ni en la bodega ni en ningún otro lugar del barco. Otros decían que una tromba marina amenazaba con hundir el barco, otro que sufrió el ataque de un calamar gigante, que un asesino que había vendido su alma al diablo viajaba en el barco como polizón y los mató a todos, que en realidad todo fue una estafa urdida por Briggs y Morehouse para cobrar la indemnización por el rescate, que fue abordado por piratas…
Pero una de las historias más famosas sobre lo que ocurrió en el barco fantasma fue la publicada en enero de 1884 por el Cornhill Magazine. Se trata de un relato de J. Habakuk Jephson según el cual, el propio Jephson y un extraño hombre llamado Septimius Goring viajaban en el Mary Celeste. No os voy a contar toda la historia, pero el caso es que la mujer y la hija del capitán desaparecieron misteriosamente y este se suicidó, tomando el mando del barco el cocinero que se dirigió a Africa, donde todos murieron a manos de una tribu de salvajes. Sólo logró salvarse el autor del relato.
J. Habakuk Jephson era  el seudónimo de sir Arthur Conan Doyle.
El 9 de agosto de 2001, una expedición encabezada por Clive Cussler (Representante de la Agencia Nacional Marina y Submarina, además también ha escrito  varios libros, pro cierto he leído alguno y son muy entretenidos ¿eh?) y el productor canadiense John Davis anunciaron que habían hallado los restos del navío en la isla de Gonave, Haití. El arqueólogo James P. Delgado identificó los restos como los del Mary Celeste.

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