martes, 29 de enero de 2013

Zombi Story






¿Porque los zombis persiguen seres humanos?. Cadena alimenticia, obsesión o venganza... En la vida de un zombi, las cosas no son siempre lo que parecen...




miércoles, 16 de enero de 2013

Wanna date??


Bueno, pues este artículo lo escribí la semana pasada para el blog Zinefilaz, así que lo reciclo y lo publico aquí también porque  me ha pillado la época de exámenes y no tengo tiempo para actualizar esto.

Frank Henenlotter no es un director muy conocido aún siendo uno de los mejores directores de cine gore underground. Este desconocimiento puede deberse a que el señor es bastante cabezota y se niega a trabajar para los grandes estudios ya que no le gusta que le digan como ha de dirigir sus películas. Eso explica también que pase tanto tiempo entre sus películas, de hecho su filmografía es bastante breve (pero intensa, de hecho es el artífice de muchas de las películas más extravagantes y casposas de la serie B), Algunas de sus películas más famosas son la saga de “Basket Case”, “Brain Damage” y la película de la que voy a hablar “FRANKENHOOKER”, que aunque es la obra más inadvertida del Sr. Henenlotter (no sé porqué), es perfecta para pasar una sesión trash con amigos. Pese a ser una película de 1990, parece totalmente ochentera. Mezcla el humor negro con algunos tintes eróticos y gore

El guión esta escrito por el propio Henenlotter y Robert Martin, que fue editor de la revista de cine de terror y explotation “Fangoria” de 1979 a 1986, y con el que volvió a colaborar en 1991 en el guión de “Basket Case 3”. Una curiosidad es que Robert Martin es uno de los zombis de “El día de los muertos” (George A. Romero, 1985) pero no aparece en los créditos.



"Frankenhooker” (la traducción literal sería “Frankenputa), nos cuenta la historia de Jeffrey Franken (James Lorinz), un joven aspirante a científico loco (al principio le vemos con uno de sus experimentos: un cerebro con un ojo) que trabaja como electricista. Tiene una vida normal, aunque de extraños gustos, y una novia que le ama y le comprende Elizabeth Shelley (os habeis dado cuenta ¿no?, Shelley por Mary Shelley, la escritora de “Frankenstein”).

Toda su apacible vida se desvanece el día del cumpleaños del padre de Elizabeth. Jeffrey le regala un cortacesped con control remoto que ha inventado el mismo. Todo va muy bien hasta que Elizabeth tiene un tonto accidente con el regalo que acaba haciéndola pedacitos.
Este suceso trastorna al joven Jeffrey (que ya anteriormente no estaba muy cuerdo) y como la única parte que queda intacta de su novia es la cabeza, se obsesiona con ella hasta llegar al punto de tener una cena romántica, con velitas y todo, con ella (con la cabeza). Se obsesiona de tal modo que decide buscar un cuerpo adecuado en el que poner la cabeza de su amada, y devolverla a la vida mediante sus conocimientos médicos y de electricidad. ¿Y dónde buscar un cuerpo? pues muy fácil, entre las prostitutas de Nueva York.

Ya veis que el argumento no es nada profundo, pero os aseguro que la película es tremendamente divertida de principio a fin, eso sí, entendiendo el tipo de cine que es. Cuando la ves notas lo mucho que se divirtió el equipo al rodarla, y ese entusiasmo se contagia.

Los bajos fondos neoyorkinos están muy, muy bien captados, y eso se debe a que al parecer grabaron por los suburbios sin permisos ni nada, a la aventura, y esta naturalidad aporta un buen toque.



La cubierta de la película en VHS era interactiva y cuando presionabas en un punto concreto la caja decía. “Wanna date?” (“¿ Quieres una cita?”), una de las frases más memorables de la película.
Es una de las pelis favoritas de Bill Murray, es más, en la funda del DVD aparece una frase de Murray: “If you see one movie this year, it should be “Frankenhooker” (si vas a ver una película este año, debería ser “Frankenhooker”)
Hay quien jura que Rutger Hauer hace un cameo de 3 segundos, pero yo no puedo afirmarlo con seguridad, porque si que es verdad que sale un tío que se parece mucho, pero no sé si es el realmente...

No es una película para tomársela en serio, simplemente para pasar un buen (BUENÍSIMO) rato, si te gusta este tipo de cine cutre. 


lunes, 7 de enero de 2013

Si dejo de escandalizar, dejo de existir

La definición del arte que da el diccionario de la Real Academia Española es: "el arte es la manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginada con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros”.
La historia nos ha dado diferentes definiciones de "arte" como la de Tomas de Aquino "el arte es el recto ordenamiento de la razón", o la de Tápies: " El arte es la filosofía que refleja un pensamiento". Marcel Duchamp decía que "el arte es la idea", el pintor de origen ruso, Chagall sostenía que "el arte es sobre todo un estado del alma."

Hay muchas más pero, como decía Tolstoi, todas estas definiciones no son sino simples tentativas para justificar el arte existente. Y es que el arte es algo muy difícil de definir porque entra en juego la subjetividad y ahí la hemos liado.

A mí, personalmente, me gustó mucho lo que dijo el escritor Paul Auster al recibir el Premio Príncipe de Asturias 2006: "..., el arte es inútil, al menos comparado con, digamos, el trabajo de un fontanero, un médico o un maquinista. Pero ¿qué tiene de malo la inutilidad? ¿Acaso la falta de sentido práctico supone que los libros, los cuadros y los cuartetos de cuerda son una pura y simple pérdida de tiempo? Muchos lo creen. Pero yo sostengo que el valor del arte reside en su misma inutilidad; que la creación de una obra de arte es lo que nos distingue de las demás criaturas que pueblan este planeta, y lo que nos define, en lo esencial, como seres humanos. Hacer algo por puro placer, por la gracia de hacerlo. "

Pero para mí, el arte también debe impactarnos, da igual recordarlo porque nos gustó muchísimo o porque no nos gustó nada, el caso es que lo recordemos. Cómo decía Dalí “Lo importante es que hablen de ti, aunque sea bien”.
Un cuadro que encaja a la perfección con mi idea de "arte" es "L´origine du monde" ("El origen del mundo"), pintado por Gustave Courbet en 1866.

La posición de las piernas, la ausencia de rostro (rasgo que la dota de mayor misterio y, a la vez, universalidad), la rotundidad de las formas, la inevitabilidad del primer plano y, desde luego, ese oscuro y espeso triángulo que castiga cualquier intento de negar lo que se está contemplando..


Toda su obra fue bastante polémica por los temas elegidos, que se consideraban vulgares por retratar la vida cotidiana y porque se negaba a reconocer la belleza arquetípica. Suya es la frase "si dejo de escandalizar, dejo de existir".

Autorretrato de Courbet

Este cuadro pintado por Courbet se llama "La bella Irlandesa" y es un retrato
 de Joanna Hifferman, que seguramente fue la modelo de "El origen del mundo"
Tras más de un siglo de vida vergonzante, L'origine du monde goza por fin del puesto que merece. Pero incluso bien avanzado el siglo XX seguía resultando amenazante.
Los comisarios de una gran exposición retrospectiva de Courbet realizada en París en 1977 no se atrevieron a exponerlo, a pesar de estar disponible. Sí se incluyó, en cambio, en otra similar celebrada en Nueva York en 1988. Y cuando empezó a mostrarse en el Museo de Orsay se colocó inicialmente una vigilancia especial en la sala, por temor a las reacciones del público. Todavía hoy causa asombro e incredulidad a los no iniciados.De todos modos, la historia del cuadro es bastante jugosa, intentaré resumirla lo más posible:

Desde que Courbet lo pintó, hasta principios del siglo XX, el cuadro solo pudo ser contemplado por unos pocos "iniciados". Fue encargado por el diplomático egipcio Khalil Bey. Este hombre tenía el cuadro cubierto con una cortina, que solo descorría delante de selectísimos invitados. Su siguiente propietario, el marchante Antonie De La Narde, lo cubrió con otro cuadro del porpio Courbet, un paisaje nevado. El último propietario particular que lo poseyó fue Lacan, el psicoanalista, que por cierto, estaba casado con la actriz Sylvia Bataille (ex de George Bataille, y, por lo tanto, gustosa de emociones fuertes). Lacan ingenió un doble fondo en el marco, por el cual el cuadro de Courbet se hallaba oculto detrás de uno de André Masson (cuñado de Lacan, a todo ésto), que venía siendo una versión suavizada del original. 

Este es el cuadro de Masson tras el que se ocultaba el original

Cuando Lacan murió en 1981, tenía bastantes deudas con el Estado Francés, que fueron perdonadas a cambio de que donase el cuadro, para su exposición en el Museo de Orsay, que no ocurrió hasta el 1995, siendo el cuadro que más reproducciones vende en la tienda del museo sólo por detrás de Le Moulin de la Galette, de Renoir. Y en este sinuoso trayecto son muchas las personalidades de los dos últimos siglos que aparecen vinculadas al cuadro, impresionadas, alarmadas y siempre, secreta o abiertamente, cautivadas: Gautier, Sainte-Beuve, Goncourt, Marguerite Duras, Claude Lévi-Strauss, René Magritte...

Como curiosidad, decir que sólo un año antes, a unos editores se les ocurrió utilizar tal cuadro para la portada de una novela de Jacques Henric, "Adoraciones perpetuas", y todos los ejemplares fueron secuestrados de las librerías. Bueno, y eso no es todo, hace un par de años cerraron el perfil de facebook de un francés que colgó una foto del cuadro en su muro.