jueves, 22 de septiembre de 2011

Destino de Caballero

Lealtad, valor y cortesía. Estas tres palabras resumían los valores de un caballero

El proceso para llegar a ser caballero comenzaba a muy temprana edad. El aspirante a caballero debía abandonar su hogar a los 7 años y marcharse a casa de su tío materno o al castillo del señor feudal al que rindiera vasallaje. Allí aprendían a montar a caballo y a cazar. A los 14 años seguían a su señor y a los caballeros a las expediciones militares en calidad de escuderos. Además continuaban su entrenamiento como jinetes y luchadores. También tenían que estudiar las historias de los cantares de gesta, las novelas de caballería, las hazañas de los grandes guerreros de su época y recibían formación religiosa.

A los 20 años llegaba el esperado momento de la ceremonia de investidura.

“Defiende la verdad, defiende a la Iglesia, a los huérfanos, a las viudas, a los que oran y a los que trabajan, dirígete rápidamente contra los que ataquen a la Santa Iglesia, a fin de poder aparecer coronado en presencia de Cristo y armado de la espada de la Verdad y de la Justicia”

Este es un fragmento de uno de los rituales de investidura más antiguo de los que se tiene noticia (data del siglo X y se encontró en Italia), un perfecto resumen de lo que se exigía a un caballero.

Una vez armado el caballero recibía una pequeña propiedad para que ejerciera en ella como señor, aunque de todas formas aún no podía asentarse ya que durante 2 años tenía que ir de torneo en torneo para ganarse una reputación, dinero y con un poco de suerte ligarse a una dama con un status superior al suyo con la que casarse. Pasados esos 2 años, el caballero volvía a sus posesiones para administrarlas, aunque sin descuidar su entrenamiento, ya que para incrementar su prestigio podía seguir participando en justas. Además, podía ser llamado por su señor para enfrentarse con otro noble, o por su rey, para la guerra. Su día a día se completaba con actividades como la cacería o la cetrería.

Las armas, armaduras y monturas simbolizaban su poder económico. La armadura comenzó como una cota de malla que cubría de los hombros a las rodillas, muy útil para protegerse de los golpes de espadas y de las flechas, pero que no daba tantas garantías frente a las lanzas, cada vez más perfeccionadas. A partir del siglo XII se reforzó con placas metálicas, y a partir del siglo XV apareció la coraza compacta. Estas protecciones eran cada vez más seguras, pero estaban diseñadas para el combate a caballo. Si el jinete era desmontado, sus movimientos a pie eran tan torpes que quedaban a merced de la infantería enemiga. La protección del caballero incluía también la de su cabalgadura.



La espada era el verdadero símbolo de la filosofía caballeresca. Los grandes reyes y guerreros tenían armas extraordinarias, coma La Tizona del Cid, Excalibur del rey Arturo, Hielo de Ned Stark… En los siglos XI y XII medían entre 90 y 110 centímetros y su peso era de 2 kilos más o menos. Al final de la Edad Media aparecieron los grandes mandobles (espadas largas pensadas para traspasar la armadura del adversario). Como muestra de su fervor religioso, los caballeros grababan alguna inscripción de carácter sagrado en los filos de sus espadas o colocaban reliquias de algún santo en las empuñaduras.

La lanza era también indispensable. Concebida para la lucha a caballo, en un principio se utilizaba para arrojarla sobre el enemigo, pero se descubrió que era más letal en una carga de caballería. Los cascos comenzaron con forma cónica para convertirse en yelmos que proporcionaban una protección completa de la cabeza. En cambio, los escudos tendieron a reducir su tamaño a medida que avanzaba el Medievo, ya que los caballeros no necesitaban que fueran muy grandes porque las corazas otorgaban defensa suficiente.

En batalla, los caballeros despreciaban las armas de combate a distancia, especialmente arcos y ballestas. Matar de lejos carecía del honor y de la nobleza del enfrentamiento cuerpo a cuerpo.

En el siglo XIV la caballería comenzó a declinar debido a la evolución de las técnicas de guerra. También influyó la evolución política ya que la nobleza perdió derechos a favor de la monarquía y la designación de caballero quedó como un elemento honorífico y de prestigio social y las grandes hazañas de los caballeros pasaron a formar parte del recuerdo.

4 comentarios:

Insanus dijo...

Tiempos que casi parecen de leyenda, ¿verdad? Y sólo unos pocos siglos nos separan de esas guerras tan físicas, de las armaduras, las lanzas y los espadones. Me ha gustado el post, pensaba que iría de aquella peli con Heath Ledger y mira por dónde ha sido completamente diferente.

Juanjo Ramírez dijo...

Soy muy fan de este blog! Siempre cuentas cosas la mar de interesantes!

Moniruki dijo...

Juanjo, que me digas TU eso es un orgullo, gracia, gracias, gracias
Me has alegrado el día.

El Mismo dijo...

Interesante artículo. Ahora que lo pienso hay una obra como es El Quijote donde se refleja precisamente la realidad de una caballería ya desaparecida en el siglo xvi.